Iza Tetl - Texts
Writing about Eugenia Belden's exposition Iza Tetl.

Iza Tetl - El Despertar de las Piedras
Drexel Galería, Monterrey, México
Esculpir personalmente y a la manera académica el mármol, el ónix o la fluorita, como lo hace Eugenia Belden, es por sí mismo una propuesta estética a contracorriente del dominio conceptualista. Sustentada por su singular tratamiento de signos, figuras, formas y esquemas derivados de inscripciones y objetos de culto utilizados en los rituales de grupos étnicos mexicanos reacios a perder su identidad (principalmente Huicholes, pero arquetípicos universales) cuya cohesión social es regida aún por la espiritualidad, la escultura de Belden aporta a la relectura personal de su cosmogonía y de sus imágenes invocatorias, la destreza técnica, la imaginación creativa y la expresividad de su impronta para referirse a valores soslayados tanto por la actual hiperintelectualización del arte como por las tecnologías de la comunicación que coartan las relaciones personales directas.
En este conjunto destacan las series tituladas Aramara, centrada en las ofrendas arrojadas al mar en las ceremonias huicholes, y Lazos, en la que utiliza como elementos escultóricos las envolturas de sus deidades como fardos y la pira funeraria como símbolo de la transmutación temporal mediante el fuego. En la primera, la espiral (presente en caracoles y conchas) refiere a la reversibilidad de la vida y de la comunicación con el cosmos, así como las formas de ojivas, capullos y cavidades aluden al útero, al erotismo, a la gestación y, en última instancia, al origen de la vida y al carácter cíclico de la naturaleza. La articulación de estos elementos, enfatizada por orificios practicados al mármol para significar el pasaje al más allá, reactiva símbolos de la cosmogonía huichol, pero como fuente generadora de una dinámica escultórica que acepte múltiples niveles de lectura. En la segunda serie, Belden da un giro a la simbología original de las envolturas de fetiches y deidades, para interpretarlas como amarres internos o culpas de las que hay que liberarse mediante la transmutación o la purificación por el fuego, Sin embargo, su tratamiento volumétrico de tramas de lazos es tan complejo que trasciende sus referentes para devenir abstracciones con cargas sicológicas tan intensas que, al acometerlas a mayor escala dimensional y con la verticalidad del menhir, resultan sumamente intrigantes.
En este conjunto destacan las series tituladas Aramara, centrada en las ofrendas arrojadas al mar en las ceremonias huicholes, y Lazos, en la que utiliza como elementos escultóricos las envolturas de sus deidades como fardos y la pira funeraria como símbolo de la transmutación temporal mediante el fuego. En la primera, la espiral (presente en caracoles y conchas) refiere a la reversibilidad de la vida y de la comunicación con el cosmos, así como las formas de ojivas, capullos y cavidades aluden al útero, al erotismo, a la gestación y, en última instancia, al origen de la vida y al carácter cíclico de la naturaleza. La articulación de estos elementos, enfatizada por orificios practicados al mármol para significar el pasaje al más allá, reactiva símbolos de la cosmogonía huichol, pero como fuente generadora de una dinámica escultórica que acepte múltiples niveles de lectura. En la segunda serie, Belden da un giro a la simbología original de las envolturas de fetiches y deidades, para interpretarlas como amarres internos o culpas de las que hay que liberarse mediante la transmutación o la purificación por el fuego, Sin embargo, su tratamiento volumétrico de tramas de lazos es tan complejo que trasciende sus referentes para devenir abstracciones con cargas sicológicas tan intensas que, al acometerlas a mayor escala dimensional y con la verticalidad del menhir, resultan sumamente intrigantes.
Un tercer bloque de obras lo constituyen sus esculturas muy masivas y sintéticas de “animales de poder”, como el jaguar, el águila y el cóndor, erigidos en deidades del enclave de una etnia aferrada a su fe y a sus tradiciones, tan cerca como lejos del cristianismo, como si éste fuera el último resquicio de la magia, aún no devorado totalmente por el materialismo, donde fue y es posible comulgar con la naturaleza y, a su través, con la infinidad. Junto a este bestiario sagrado, una dendrita (árbol fósil) parece comprobar que la transmutación, en este caso, de vegetal en mineral, equivale a la de la piedra en deidad o, en fin, de la naturaleza en arte, desde que la conformación correosa de la corteza petrificada del árbol y su distribución sinuosa, son tan semejantes a las de las bandas que se puede imaginar su masa leñosa como el cuerpo de una deidad.
Aunque la realización de estas esculturas en materiales suntuarios pudiera conllevar la elevación del estatus artístico de tales figuras y signos, el objetivo de este conjunto de obras de Eugenia Belden no consiste en reflejar su admiración por las parafernalias de una religión primitiva, sino su capacidad para dotar de carga simbólica a su lenguaje, lo cual da a sus composiciones de volúmenes positivos relacionados dinámicamente con los negativos, el carácter de concreciones de estructuras mentales a manera de objetos investidos de poder. Sin embargo, si éstas invocan el origen de los valores fundamentales de la existencia para evidenciar las carencias de la vida actual, se debe a su poder de seducción sensorial, es decir, a la consecución estética de sus formas, lo cual contrasta, a su favor, con la actual tendencia del arte a proponer dispositivos paraestéticos para que alguien más se encargue de atribuirles significados ajenos a los propósitos de sus autores.
Luis Carlos Emerich
México, D.F. 2012
Iza Tetl - The Awakening of the Stones
Drexel Galería, Monterrey, México
To sculpt marble, onyx or fluorite with such a personal and academic approach, as Eugenia Belden has undertaken, is in itself an aesthetic proposal that flows against the conceptualist realm. Sustained by her unique management of symbols, figures, forms and schemes derived from inscriptions and objects of worship used in rituals of Mexican ethnic groups reluctant to lose their identity (mainly the Huicholes, but other universal archetypes as well) and whose social cohesion is still rooted in spirituality, Belden’s sculptures incite a personal reassessment of her cosmogony and her invoking images, technical skills, creative imagination and the eloquence of her spontaneity invite to reflect on values evaded by current hyper-intellectualizing of art and communication technologies that hinder direct personal interaction.
In this collection the pieces first greet us with the series entitled Aramara, centered on offerings hurled to the ocean during huichol ceremonies, and Lazos, where she makes use of swaths used to wrap their gods as bundles and funeral pyres as symbol of temporary transmutation through fire, as fundamental elements for her work. In the former, the spiral (as seen in sea shells and conches) signify the reversibility of life and communion with the cosmos; likewise, warheads, cocoons and cavities symbolize the uterus, eroticism, and gestation and, as in the above, the origin of life and cyclical character of nature. The articulation of these elements, emphasized by orifices carved in the marble to represent the passage to life hereafter, reactivates symbols of the huichol cosmogony, but as a generating source of sculpting dynamics that accepts multiple interpretive planes. In the second series, Belden gives a twist to the original symbolism of fetishes and deity swathes, to interpret these as internal bonds or culpability, of which we must free ourselves through transmutation or purification with fire, Nevertheless, the volumetric treatment of woven entwines is so complex that it transcends its references to summon abstractions with such intense psychological charge that they grow to be extremely intriguing when confronted by such considerable dimensional scale and menhir verticality,
A third group of sculptures include her very massive and synthetic figures of “power animals”, such as the jaguar, eagle and condor, representing deities of certain enclave of an ethnic group clinging fast to its faith and traditions, as near as distant from Christianity, as if it were the last reminiscence of magic, still not entirely devoured by materialism, and where it was (and still is) possible to become one with nature and thus with, perpetuity. Next to these sacred beasts, a dendrite (fossil tree) seems to prove that transmutation, in this case from vegetable to mineral, is equivalent to that from rock to deity or, ultimately, from nature to art, considering that the textured roughness of the tree’s petrified cortex and its sinuous distribution are so similar to the bands, that one can imagine its woody mass as a body of a deity..
Although the creation of these sculptures with sumptuary materials could entail the elevation of the artistic status of these figures and symbols, the purpose of this group of Eugenia Belden’s works is not to manifest her admiration for the paraphernalia of a primitive religion, but her capacity to imprint a symbolic charge to her language, giving her compositions, (with positive volumes dynamically related with the negative), the materializing of mental structures as power invested objects. However, if these pieces invoke the origin of life’s fundamental values and evidence today’s deficiencies, it is because of their sensorial seduction power, that is, to the aesthetic realization of their forms, which favorably contrasts with current trends in art to propose par-aesthetic objects for someone else to take on the effort of ascribing them meanings different to their author’s purpose.
Luis Carlos Emerich
México, D.F. 2012
Juin 2012 – Exposition des sculptures d’Eugenia Belden :
Iza Tetl - Le Réveil des pierres
Depuis longtemps déjà, Eugenia Belden crée un dialogue avec la pierre ; elle s’appuie pour cela sur la connaissance qu’elle a des choses, des traditions, des êtres, de la terre-mère et du cosmos. C’est d’ailleurs grâce à ce dialogue – on pourrait dire « ces dialogues », – qu’elle approfondit ses acquis sur l’homme. Son imagination créatrice illimitée lui permet de donner corps, par la pierre, à toute une série de définitions qu’elle possède en elle sur le bien, le mal, les valeurs humaines, la pensée positive. Eugenia dépasse le temps ; ses sculptures n’ont ni passé, ni présent, ni avenir ; elles englobent les trois valeurs temporelles connues. Tout artiste qui se respecte est un chercheur, chercheur de la base et du sommet, de l’avant et de l’après, de l’immobilité et de la marche ; il recherche dans l’ici-bas et questionne l’au-delà ; il s’interroge sur les raisons qu’il a d’être là ; sur la volonté que la vie a d’instruire et de construire et sur la volonté que la mort a de détruire ; il s’interroge enfin sur les raisons qui engendrent cette pensée et définissent le sens de son art. C’est à tout cela que pense Eugenia, sans peut-être le savoir ou le comprendre profondément ; c’est aussi pour parvenir à ces résultats qu’elle explore les racines culturelles de son pays, dans ce qui préexistait au monde contemporain.
Les courbes agréables, les mouvements virtuels des œuvres présentées dans cette exposition par Eugenia Belden nous font à la fois penser aux tourbillons et aux spirales de l’Univers, aux dimensions cosmiques incommensurables, et, parallèlement, à la simplicité, à l’intimité d’un espace restreint capable de nous bercer de sa douceur quotidienne, au bien-être de l’âme et du corps. Les chemins artistiques, en l’occurrence ceux de la sculpture, sont très sinueux et mystérieux, comme l’est l’esprit de l’artiste en train d’inventer son système personnel de pensée, son langage, sa science de la connaissance. Les œuvres d’Eugenia ne se limitent pas à leurs courbes, à leurs arêtes ou à leurs angles ; elles représentent aussi des creusets, des sillons dans lesquels l’artiste dépose les graines évolutives d’une certaine forme du savoir dans le but de trouver des réponses à ses questionnements perpétuels : qui sommes-nous, que faisons-nous, quelles sont les attaches qui nous relient au monde d’ici-bas et au Cosmos, quelles sont les relations intimes entre la Terre et le Ciel qui l’entoure, entre le visible et l’invisible ? Autant de questions que maints artistes se sont déjà posées, naturellement., et qui demeurent quelques-unes des raisons de l’exercice artistique et de sa présence universelle.
Pour offrir à l’œil des réponses possibles, Eugenia Belden cisèle la pierre, lui prodigue des attraits enchanteurs et de l’élégance ; elle emprunte des symboles – colombe (et sa paix intérieure ?), feu, matrice, spirale, nœuds, dieux, femme, animaux, etc. Elle creuse le silence, pénètre le mystère, exécute une sorte de danse sacrée avec des matières nobles – marbre, onyx, bois, albâtre. Elle cherche la lumière, transcende ses visions, capture les satellites ancestraux qui gravitent dans sa mémoire, et, enfin, donne naissance aux images qui la hantent. Bref ! elle crée. De même que l’on dit « Ecce homo », on peut assurer : voilà l’Artiste !
Le 18 octobre 2012 – Étienne PARIZE
Saint-André-Farivillers / France
Junio 2012 – Exposición de esculturas de Eugenia Belden :
Drexel Galería, Monterrey, México
Desde hace ya tiempo, Eugenia Belden crea un diálogo con la piedra; ella se apoya en el conocimiento que ella tiene de las cosas, las tradiciones, los seres de la madre-tierra y del cosmos. De hecho, es gracias a este diálogo, se podría decir <<estos diálogos>> que ella profundiza sus intuiciones sobre el hombre. Su imaginación creadora ilimitada le permite darle cuerpo, a través de la piedra, a toda una serie de definiciones que ella posee en ella misma, sobre el bien y el mal, los valores humanos, el pensamiento positivo. Eugenia traspasa el tiempo; sus esculturas no tienen ni pasado, ni presente, ni porvenir; ellas engloban los tres valores temporales conocidos. Todo artista que se respeta es un buscador, buscador de la base y de la cima, del antes y después, de la inmovilidad y de la marcha; rebusca en el aquí-abajo y cuestiona el más allá; se interroga sobre las razones que tiene de estar ahí; sobre la voluntad que la vida tiene de instruir y de construir y sobre la voluntad que la muerte tiene de destruir; se interroga en fin, sobre las razones que engendran estos pensamientos y definen el sentido de su arte. Es en todo esto que piensa Eugenia, sin saberlo posiblemente o comprenderlo profundamente; y también para lograr estos resultados, ella explora las raíces culturales de su país, en aquello que pre-existía al mundo contemporáneo.
Las curvas agradables, los movimientos virtuales de las obras presentadas en esta exposición por Eugenia Belden nos hace pensar a la vez en los torbellinos y las espirales del Universo, en las dimensiones cósmicas inconmensurables, y, paralelamente, en la simplicidad, en la intimidad de un espacio restringido capaz de calmarnos con su dulzura cotidiana, en el bienestar del alma y del cuerpo. Los caminos artísticos de la escultura, son muy sinuosos y misteriosos, como lo es el espíritu del artista en vías de inventar su sistema personal de pensamiento, su lenguaje, su ciencia del conocimiento. Las obras de Eugenia no se limitan a sus curvas, a sus aristas, o a sus ángulos; ellas representan también los crisoles, los surcos donde la artista deposita los granos evolutivos de una cierta forma de saber con el fin de escuchar respuestas a sus cuestionamientos perpetuos: ¿Quiénes somos, qué hacemos, cuáles son los lazos que nos ligan al mundo de aquí abajo y del Cosmos, cuáles son las relaciones íntimas entre lo visible e invisible? Tantas preguntas que otros muchos artistas ya se han planteado, naturalmente, y que habitan alguna de las razones del ejercicio artístico y de su presencia universal.
Para ofrecer al ojo respuestas posibles Eugenia Belden cincela la piedra, le prodiga hechizos, rasgos encantadores y de elegancia; ella toma los símbolos – paloma (y su paz interior ?), fuego, matriz, espiral, nudos, dioses, mujer, animales. Ella atraviesa el silencio, penetra el misterio, ejecuta una suerte de danza sagrada con los materiales nobles – mármol, onyx, madera, alabastro. Ella busca la luz, trasciende sus visiones, captura los satélites ancestrales que gravitan en la memoria y en fin, da nacimiento a las imágenes que la seducen. En suma: “Ella crea”. De la misma manera que se ha dicho: <<Ecce homo>> se puede asegurar: ¡He aquí la Artista!
Al 18 octubre del 2012 – Étienne PARIZE
Saint-André-Farivillers / France